lunes, 10 de enero de 2022

Cazando el sol

Acabé el 2021 estrellada, pero si algo me ha traído el 2022 es una nueva oportunidad. Mi cuerpo empieza a responder a los estímulos y no puedo estar más agradecida por ello.

                                                 Tomando el sol a la noruega y disfrutando de las vistas

Cuando me levanto es sin duda el momento más crítico del día. Los pensamientos sobre cómo irá el día se hacen una montaña con frecuencia. 

Estas últimas semanas estoy leyendo un libro que me está ayudando con diversas técnicas en cuanto a pensamientos y estrés. Esto a la espera de empezar con una oferta de salud de la empresa y  otra de la sanidad pública en pocos días.

Cada mañana al despertarme cuando los pensamientos me intentan sabotear el día, respiro profundo, me miro al espejo y me digo: A refrescar la cabeza afuera. Llevándoles la comida a los animales, o simplemente en su compañía he encontrado una buena solución para canalizar estas situaciones de una forma efectiva. A Asbjørn también le gusta mucho. Son ratitos hermosos que pasamos juntos durante el día. Cuando están los niños es un gozo ver cómo disfrutan y aprenden junto a los animales.

Canela y Myrull. Desde que paso más tiempo con las ovejas, éstas han empezado a balar para que no me vaya, o para que les de más comida. Conectar y entender a los animales me hace sentir muy bien.

 

Capitán llegó hace unos meses al gallinero. Es amable y se emociona mucho cuando llevamos snacks como maíz.  Se los ofrece con gran orgullo a las gallinas. Es como una fiesta y me saca el malhumor de golpe.

Luna y Stjerna encima del armario de mi oficina casera. Siempre hacen buena compañía mientras teletrabajo entre otros momentos. Hoy he vuelto al trabajo al 50%. Estaba muy nerviosa al amanecer, pero la verdad es que ha ido bien y me acordaba de las cosas mejor de lo que creía.
 

Ir de excursión con frecuencia me está ayudando mucho. Me siento orgullosa porque al fin me he lanzado a ir con las raquetas de nieve yo sola. Casi cada día desde que el año empezó.  Una excursión de entre hora  y tres horas (dependiendo del día)  que me da la vida.

 
Aquí tenéis un selfie algo malogrado pero fue un momento de felicidad grande. Mi primera excursión en raquetas sola. Y alcancé el sol.
 

Me doy algunos pequeños lujos en mis excursiones. Como chocolate negro relleno de limón y jengibre. Buenísimo. Y sabe aún mejor cuando una ha estado en movimiento. 

Me siento estupenda en la naturaleza. Me encanta escuchar el ruido de la nieve bajo las raquetas y a los pajaritos canturreando. El otro día fue emocionante captar el sonido de mi corazón mientras caminaba a buen paso. Retumbando  en mis oídos,  en mis muñecas. La garganta vibraba. Me sentí muy viva.

El sol ahora está muy bajo. Esto regala colores inigualables en el cielo. En tres horas se puede pasar del gris, al rosado, azul eléctrico, amarillo o rosa fucsia. Un lujo visual.

 


Me despido por ahora con este par de fotos tomadas en mi última excursión. 

 Hasta la próxima.

miércoles, 5 de enero de 2022

Aterriza cómo puedas

Empecé el 2021 con un gran salto. En la cresta de la ola.  Pero las olas también estallan. Y lo cierto es que acabé  el año que recién pasó como la escena del avión del clásico "Con la muerte en los talones".

  

Desde el mes de junio el cuerpo me enviaba señales. Las iba sorteando como podía. Hasta que a finales de noviembre la cosa se puso muy fea. Tanto que empecé a tener problemas para leer y escribir. Y que me quiten a mí las palabras pues fue algo que me preocupó y mucho. Con uñas y dientes lo intenté todo, pero al final llegó la inevitable baja por enfermedad tras mi cumpleaños en diciembre.

Al principio estaba entre asustada e indignada. Pero pronto me di cuenta de que mi cuerpo y mi cerebro estaban literalmente exhaustos.  Al parecer y en gran parte por el estrés laboral prolongado como asesora social en mi anterior trabajo entre el 2019 y el 2021. Allí aprendí  mucho y tuve colegas maravillosos, pero también me desgasté hasta límites que ni yo misma supe ver a tiempo. Ahora entiendo la frase "el estrés mata" Recomiendo encarecidamente que nadie estire la cuerda tanto como  yo lo he hecho.

La receta de mi doctora fue muy clara: Haz todo lo que te guste y no fuerces nada. Nos vemos en enero.

                               Las excursiones es una de las actividades que más me relajan.

La primera semana fue frustrante comprobar que el cerebro apenas seguía mis órdenes. El cuerpo me dolía como si hubiera hecho la maratón más larga de mi vida. Así que me apunté a todas las clases en grupo de la piscina por las mañanas. Suaves y agradables. Con los jubilados. Los abuelos siempre me sacan una sonrisa y más de una y dos risas.  

También aflojé el ritmo y apuré el sofá y algunos feel good de Netflix. Poco a poco y con buena letra.

Disfruté del adviento y sus tradiciones con los niños y Asbjørn. Pasé buenos ratos junto a nuestra nueva estufa de leña. Lentamente el cuerpo se empezó a relajar y podía leer y escribir textos cortos de nuevo. Logros pequeños pero muy valiosos. Encontré las fuerzas para visitar un ratito a una buena amiga y a su reciente bebé. Y tomar un pastelito con otra amiga que es un tesoro. El estrés me había anulado socialmente y este fue un gran paso hacia adelante. Me llenó de energía de la buena. 

                                                        Corazones y guirlandas para el árbol de Navidad.

                                                           Las típicas galletas navideñas. Ricas, ricas.

El 26 de diciembre llegó el viaje a Barcelona. Tras dos años los niños iban a poder ver a mi madre,  y a sus tías y tíos. Y cómo no a sus primos y primas.  Cómo si el tiempo no hubiera pasado conectaron de maravilla. Esto me hizo muy feliz. 

También hubo tiempo de cotorreo y de ver a mis dos mejores amigas barcelonesas. Un baño de sol facial con un helado fue mano de santo y puso punto y final a cinco días bonitos en mi ciudad natal.

                              Las mariposas cubren el Passeig de Gràcia de Barcelona en Navidad.
 

                                                        Hermoso árbol de Navidad en Barcelona.

El lunes regreso al 50% a mi puesto laboral y tengo muchas ganas. Siento que los engranajes se están engrasando de nuevo, aunque la doctora me ha aconsejado volver poco a poco. Tengo momentos de todo y hay que seguir vigilando.

Esta semana el tiempo está que lo peta en Noruega. Y estoy orgullosa de decir que hoy he hecho una excursión de varias horas con raquetas de nieve. Mi primera excursión sola y he conseguido orientarme bien.  Pronto os cuento mi aventura.

Hasta la próxima y feliz 2022.