sábado, 22 de octubre de 2022

Amor de madre

Hablando horas y horas, recorriendo caminos de seta en seta - a lo Super Mario Bros - y cocinando cosas ricas: La receta de unas buenas vacaciones de otoño. En nuestro hogar noruego y sus cercanías. Contigo, mami.


 

Como buena aventurera, has apreciado dormir en la cabaña noruega que hay junto a nuestra casa. Hasta te has atrevido a usar el famoso utedo. Me han encantado tu entusiasmo por nuestro proyecto granjero (det varmer que dicen por estos lares), y  tus buenos consejos ¿Quizás algún día seremos unos expertos como en el libro que os contaba en mi anterior entrada?



No han faltado lagos, buenas vistas, hogueras calentitas, setas y gastronomía noruega. Como el cordero en col  (fårikål) o la crema de arándanos rojos (más conocida como trollkrem o crema de trol) También hemos disfrutado de lo lindo de las tapas de jamoncito rico, sobrasada, queso y fuet que nos trajiste. Y qué decir de la  auténtica pizza siciliana, cortesía de mi querida amiga Loredana (grazie mille, bella)




Has impresionado a los chicos y a Asbjørn saliendo de excursión todos los días, pese a los ratos de lluvia.



Aunque la vuelta a Barcelona fue algo accidentada, puedes decir, con orgullo, que has dormido en HellEres una aventurera nata y curiosa por naturaleza. Me siento maravillosa cuando pienso que son dos cualidades que he heredado de ti.  

Muchas gracias por unos días geniales, mami. Me has dado un regalo que no necesita papel ni envoltorio alguno: Energía y felicidad. En un año lleno de médicos y revisiones, donde las fuerzas flaquean con más frecuencia de lo que me gustaría, el amor de madre es una de las mejores medicinas.



Hasta la próxima

domingo, 2 de octubre de 2022

Una oda al desaprender

Hará cosa de un mes pusieron todas las entradas para el teatro de Trondheim a mitad de precio. A mí que me encanta, me pareció una noticia estupenda. Elegí una obra de teatro inspirada en un libro de un controvertido autor noruego, Knut Hamsun.  Bajo el título Markens grøde (significa los frutos de la tierra) se erige una eminente novela nórdica. Merecedora del Premio Nobel de Literatura en el año 1920. 
 
Es también uno de los libros de referencia de Asbjørn. Me lo prestó, pero al estar escrito en un noruego antiguo era de lectura muy lenta. Por suerte lo encontré en español bajo el título La bendición de la tierra.
 
El libro narra la historia de un hombre, Isak, que construye su propio hogar en una ciénaga solitaria. Empieza con una pequeña choza de barro. Poco a poco, se va rodeando de animales y conoce a la que será su mujer, Inger. Más tarde, un descubrimiento en la zona pondrá patas arriba a la comarca. Aparecen nuevos vecinos y cómo no los retos de la convivencia.
 
                                                        

La narración es un claro homenaje a la vida en el campo y plantea la antítesis ciudad-campo. Una oda al desaprender, a  los paisajes, a los seres vivos que pueblan la naturaleza. Y como no a los frutos de la tierra. 
 
 
 
 

La dicotomía es buena porque, pese a tomar partido por la vida rural, el escritor no idealiza nada. La lectura de La bendición de la tierra me ha dejado huella. Me atrevo a afirmar que, aunque soy granjera aficionada, me he sentido identificada con muchos aspectos del libro:  Lo bonito de ver los cambios de las estaciones del año, la belleza de los árboles y procurarse la leña, la huerta, los animales. O el orgullo de ser autosuficientes en cuanto a patatas y huevos por ejemplo.  



 
Explica los retos del clima,  cuándo un animal enferma o se pierde, entre otras cosas. Sin olvidar el esfuerzo que hay que poner en todas las tareas como granjero. Por otro lado, la situación de la mujer de la época y la relación entre los protagonistas es algo que  me atrajo mucho del libro. Hay feminismo en esta obra de hace más de un siglo. Y un amor imperfecto y real como la vida misma.

En cuanto a la obra teatral reconozco que era un poco alternativa para mi gusto, pero mereció la pena verla. En una sala antigua con un techo precioso y con entradas en segunda fila. Qué más se puede pedir.
 
Hasta la próxima