jueves, 28 de enero de 2016

Traqueteo

Me gustaba escuchar el traqueteo de su máquina de coser. Sin prisa pero sin pausa. Era fascinante observar cómo presionaba el pedal negro, ya gastado de su uso continuado. Me acercaba y entonces ella se paraba por un instante. Me tomaba medidas. Aunque muchas veces sólo con mirarme ya sabía cuánto y por dónde cortar la tela. 

Sonreía. Era muy feliz rodeada de sus retales e hilos. De todos los materiales y colores.  Cuando acababa recogía los restos y los usábamos para hacer ropa a los muñecos. Me explicaba, sentada en su regazo, qué era hilvanar y cómo lo hacía. Con su dedal, sus agujas y sus gafas de modista. Increíblemente bella e interesante.

                         Con mis hermanas de niñas. Todas vestimos creaciones de mi abuela.

¡Cuántas cosas me enseñaste abuela! Constancia, paciencia, pasión por aprender...

Hoy se cumplen cuatro años desde que nos dejaste y siempre estás dentro de mí. Esta mañana ha nevado fuerte en Trondheim de nuevo. He sonreído pensando en cómo te gustaría coserme una bolsa para mis esquís. Aquí  te dejo una foto. Hasta siempre.



viernes, 22 de enero de 2016

Días de nieve

Este enero en la ciudad el tiempo está siendo el auténtico protagonista. Después de unos días con las temperaturas muy bajas, llegó la nieve. Y mucha. Tras varios meses de enero atípicos en Trondheim, me hace mucha ilusión poder experimentar uno normal.



Trondheim se ha teñido de blanco y la nieve regala estampas preciosas de la ciudad durante los diferentes momentos del día.


Este año ha caído tanta nieve, que he tenido que limpiar el jardín varias veces para poder entrar a casa. Es lo que en noruego se conoce como "måke snø" Los primeros días cogí unas buenas agujetas en los brazos de tanto darle a la pala. Pero ahora ya me he acostumbrado y es parte de la rutina. Es muy divertido porque aquí cuando alguien empieza a quitar nieve, salen los demás  vecinos y empiezan a quitar también. En cierta manera, es otra forma de socializar. Y ahora los chicos me empiezan a ayudar con la pala. El mayor es más efectivo que el pequeño, pero la cuestión es que pasamos un buen rato al volver de la escuela.


En las calles se observa a los críos disfrutando en la nieve.  Y los muñecos o monstruos de nieve no faltan en casa. 



También tenemos una playa de nieve.



Y paseando uno se puede encontrar un muro a lo Game of Thrones. Solo falta Jon Snow caminando por aquí.


Se nota que la gente está muy contenta de poder ir a esquiar.  Hoy me he comprado unos esquís de segunda mano. A ver qué tal se me da. Será la primera vez que pruebo el esquí de fondo. Pero tras casi tres años aquí, ya va siendo hora de que aprenda (ejem)

Ahora el problema será el hielo. Ha parado de nevar y la semana que viene las temperaturas serán positivas. Así que toca rescatar los clavos de nuevo pronto.

Hasta la próxima


viernes, 8 de enero de 2016

Retorno a Trondheim

Se acabó el 2015 y empezó el 2016. Un par de semanas en mi amada Barcelona no podían faltar. El viaje de ida fue un poco pesado. Con cinco horas de escala en Amsterdam. Al final los niños se subían por las paredes. Pero en el aeropuerto hay montado un chiringuito tipo Museo de la Ciencia. Y entre eso y todas las tiendas y chocolatinas habidas y por haber, el tiempo acabó pasando.

Al llegar a Barcelona una oleada de calor me invadió de inmediato. Quince grados son atípicos en diciembre, pero no molestan. Enseguida la algarabía de coches, y ruidos diversos, algunos algo estridentes, gente a los lados, delante, detrás... Estoy realmente en Barcelona.

Al día siguiente fui a ver a mi mamá. Es una de las emociones más grandes del año para mí. Aprovechó para darme mi regalo de cumpleaños. Un ejemplar de El Principito. Por increíble que parezca no tenía ninguno en casa. Lo leí prestado de la biblioteca en su día. Las ilustraciones me parecen especialmente lindas y originales. Y del texto, qué decir... ya sabéis que es uno de mis favoritos. Lo devoré de nuevo en pocas horas una noche. Con la comida de mi madre y la compañía de mis hermanos fue un día para recordar. Y por la noche cena y charla con dos grandes amigas. Un día redondo. Igual que el día de Navidad con mi familia.


También ha habido ocasión de visitar el barrio Gòtic y Ciutat Vella.  Me encanta perderme allí, y en la Barceloneta. Sus edificios antiguos, las callejuelas y ese olor a pan, chocolate y dulces tan típico. Volví a entrar en las tiendas de discos de la calle Tallers. Recuerdo que allí compré mis primeras entradas para los conciertos de Suede y Placebo. Fue un subidón ver tanta buena música en los escaparates. Y en vinilo. También entré con los chicos en una tienda llena de peces de colores. Un espectáculo para la vista.


Hubo tiempo de visitar Lunatic y la pizzeria Nova Fontana, dos de mis lugares predilectos en la ciudad. Y también de ver la nueva de Star Wars y tomar un chocolate calentito.

Debí ser buena este 2015 porque tuve algunos regalos. Unas marionetas, dos libros de pintar, lápices de colorear y unos auriculares...Ya tengo deberes para este 2016.


En mi paladar quedan los mil y uno sabores de las tartas que prepara mi hermana Berta. Eso sí que es un buen regalo. Vuelvo con una buena panza y un poquito afónica de tanto hablar.


Regresar a Trondheim fue una odisea. 26 horas de puerta a puerta. Se retrasó el primer vuelo desde Barcelona a Amsterdam y la conexión fue imposible. Un caos. Cola de dos horas para solucionarlo. Los críos con los pelos de punta. La escala de cinco horas de la ida fue una broma al lado de esto. Por suerte KLM respondió bien. Pagaron la noche de hotel en Amsterdam con cena y desayuno y nos recolocaron lo antes posible en dos vuelos al día siguiente.

Muy cansados, pero finalmente llegamos a Trondheim la tarde del martes. Al pasar de Holanda a Noruega, llega la tranquilidad de una forma evidente. Mucho más silencio, menos verjas en las tiendas, y poca sensación de control...La famosa confianza noruega que tanto me enamora.

Impacto al salir del avión en Trondheim y esos once grados bajo cero que te cortan la respiración. Como si de un reflejo se tratara, me coloqué mi gorro, mi buf y me sentí muy feliz al poner el primer pie aquí.

Hoy ha sido el día más frío desde que me trasladé a vivir a Trondheim. Diecisiete grados bajo cero.


La experiencia es impresionante y muy hermosa. El día ha amanecido bellísimo. Sin ninguna nube. Al respirar profundamente me he sentido increíblemente viva.  Y a eso de las siete de la tarde un manto de estrellas iluminaban mi barrio. Y es que los mejores placeres de la vida no se pagan con dinero.

Hasta la próxima