sábado, 26 de diciembre de 2020

Blanca Navidad

Diciembre es el mes más oscuro del año en Noruega. Eso tiene una magia especial. Es llegar diciembre y se despierta una auténtica pasión por las actividades de adviento. O la cuenta atrás para la Navidad. 
 
Algunos optan por el tradicional calendario de adviento con sus chocolatinas, otros lo hacen ellos mismos y ponen regalos sencillos y actividades. También esta de moda el elfo travieso como tercera opción.  Yo me uno al segundo grupo. No ha faltado un chocolate caliente, un baño de burbujas o talleres diversos. Y también algunos regalitos en forma de experimentos. De pequeña me chiflaba el Cheminova, no lo puedo evitar. 
 
También ha sido especial poder ver a un grupo reducido de amigos durante este diciembre y leer el calendario de adviento digital de Irma.
 
La primera cosa que llama la atención en el adviento es la llegada de las mandarinas y naranjas a las tiendas. Nada más y nada menos que valencianas. Jugosas y riquísimas se encuentran los boles de las casas, el trabajo y otros lugares. 
 
 
Algo que no puede faltar tampoco son las galletas de jengibre. Y si son caseras mejor que mejor. Aquí montamos un taller con los niños. A mí personalmente me gusta más la masa que las galletas horneadas (ejem), pero la casita la devoro.
 
 


No tengo remedio, así soy yo. Dedos y pelo pringosos me acompañan ese día. Igual que el día que hacemos caramelos caseros. Los niños los empaquetan y se los regalan a sus amigos más cercanos con felicitaciones hechas a mano.

 
Los adornos también son importantes. Y las velas toman protagonismo. La tradición dice que hay que encender una vela lila cada domingo de adviento. Cuando llega la cuarta semana queda un candelabro muy curioso con las velas de diferentes tamaños. 
 
 
Este año también nos decidimos por hacer una corona navideña. Como una actividad del calendario de adviento. Cogimos ramitas del bosque de casa y piñas. Quedó bonita. También compramos unos pajaritos artificiales en una tienda. Y la colgamos en la puerta. 
 
Y cómo olvidar los enanitos o nisse de Navidad. Los encargamos a un artesano como sorpresa para los chicos. Lucen muy hermosos en la puerta de casa.
 
 
Una tradición noruega que ocupa una buena parte de diciembre es la preparación de pequeños pasteles o galletas. La costumbre manda siete tipos diferentes y se comen en la víspera de Navidad. Nosotros hemos preparado unos cuantos. He aquí la mesa de postre dulce / salado de este año.
 

Y como esta casa es multicultural hemos incluído el turrón español también. Fue divertido y curioso prepararlo. Este año también nos ha acompañado el tió de Nadal catalán. El pequeño se fue afuera y él mismo lo montó todo. Somos un machichembrado cultural y me siento orgullosa de ello. 
 
 
El árbol también es importante. Es muy especial poder elegirlo del bosque de casa. Y ya es toda una tradición serrarlo manualmente entre Asbjørn y el pequeño. Mientras el mayor y yo  sujetamos el abeto. En Noruega hay la costumbre de adornarlo el mismo 24 de diciembre. Con las bolas, manualidades y todo lo que a uno de se le antoje.
 

 

 Las bolas del árbol son la diversión máxima de las gatas, Luna y Stjerna,que se divierten descolgándolas.
 
 
 
A nuestras gallinas y al gallo les obsequiamos con trigo anudado o julenek. Los adolescentes de las escuelas lo venden para recaudar fondos para viajes y actividades. El gallo, Leopold, se emocionó mucho e hizo el ruidito de delicatessen a la vista. Y con eso tenía a las  siete gallinas como locas tras él. 
 

Todas las gallinas y el gallo tienen nombre. Las mías se llaman Bonica y Lluvia. A Asbjørn le ha tocado el gallo Leopold y la saltarina Ninja. Las del mayor se llaman Tåke (significa niebla y es la favorita del gallo) y Turbo (la jefa de las gallinas). Y las del pequeño, Fluffy (significa esponjosa) y Tuppa (un apelativo noruego cariñoso para las gallinas). 

Y llegó el 24 de diciembere con mucha nieve. Regalo de la naturaleza. Guerra de bolas de nieve y yo posando. Me encanta el rojo y el blanco. Es gracioso ser un poco presumida a veces.
 

 
Celebramos el 43 cumpleaños de Asbjørn con un buen desayuno y regalos por la mañana. No faltó una horita del especial de Navidad con cortos de clásicos de Disney en la televisión pública, y lectura de los julehefter (cómics de Navidad de personajes populares como el Pato Donald). 
 
Y como por arte de magia, se asomó la Nochevieja con su pinnekjøtt (carne de cordero a la noruega) y otros manjares. Acompañado de agua, jugo y cerveza casera. Y un licor típico noruego que se llama "aquavit" y porto.
 
 

Luego el turno de los regalos. Especial mención al vinilo que me regaló Asbjørn, de Manel. Un grupo catalán que me encanta. Los niños se hicieron también un detalle entre ellos. Fue especial verlos tan emocionados con la cara del otro al abrir el regalo.
 
Ayer, el mismísimo 25 de diciembre, me lancé  a cocinar un plato típico catalán (caldo de Nadal o sopa de galets).  Por primera vez en mi vida. Con pollo de nuestra granja. Divertido hacer de detective para encontrar la pasta de galets en Noruega. Y aprender que en Italia tienen la misma pasta y se llama "lumaconi". Más suerte aún descubrir hay lumaconi o galets en algunos supermercados noruegos. En la sección de productos de otros países. 
 



Al cocinar el caldo ayer me vino el olor de la Navidad de la casa de mis padres en Barcelona. Recordé a mi madre con su delantal y a mi padre poniendo orden entre los nietos. La algarabía de las charlas familiares. Pensé en lo que extraño a mi gran familia allí. En las ganas de abrazarlos. De hablar de todo y nada. Hoy los he visto a través de la cámara.  Se respiraba alegría y buen rollo. Y me he puesto muy contenta. Al colgar tenía los ojos empañados. Ya hace nueve meses que no los veo por las restricciones del Corona, pero a ver si el 2021 nos brinda la oportunidad de estar juntos de carne y hueso. Al menos para cuando llegue mi nueva sobrinita, Arlet, la próxima primavera.
 
Aunque los niños no son muy pequeños, con nueve y doce años viven de una forma muy positiva y con mucha ilusión el adviento y las fiestas. Nos reímos con el Julekalender, una serie de adviento noruega de lo más graciosa. Bailan con el vinilo de Michael Jackson. Gritan y alucinan cuando prueban la comida navideña o abren regalos. Dicen cosas que alegran a una el día.
 
 
Y yo pues me emociono. Con mis tres chicos bien elegantes y nuestros animales. Viendo que consigo preparar platos tradicionales, y que tengo una familia que es un tesoro.
 
 
Realmente ese es el regalo más hermoso. La compañía y el celebrar la vida juntos. No en vano Spotify me dio "Eso que tú me das" como la canción más escuchada del 2020.

Hoy hemos comido restos navideños y hemos ido a esquiar un poquito. Aún quedan algunos días de vacaciones, hasta el día 3 de enero este año. 
 
Felices fiestas a todos.