viernes, 4 de enero de 2019

Un giro de 180 grados

Año nuevo y la conciencia que me dice que tengo el blog olvidado. Ay, ay Lidia que se pone a escribir de nuevo. La vida ha dado un vuelco los ultimos meses. Y no sé  muy bien por donde empezar pero quizás mejor por el principio. Las novedades incluyen nervios, risas, alguna lagrimilla y mucha ilusión.

Os escribo desde mi nuevo hogar en Buvika, a unos 22 km de Trondheim. Aquí nos mudamos el 1 de noviembre mi chico y yo junto a los niños. Ellos están aquí a semanas alternas.

Cada día descubrimos cosas nuevas.  Hemos ido a parar lugar muy tranquilo donde se pueden ver las estrellas, oír los pájaros e ir de excursión con tan solo salir por la puerta de casa.

Junto a la casa hay un segundo edificio, el granero - corral. Y no podía faltar un tractor.  Sí, sí nos hemos mudado al campo. Al frente una cabaña pequeñita muy coqueta, que también pertenece a la finca. Bienvenidos a la granja.


La idea es cultivar zanahorias, patatas y bayas, y tener algunos animales con el tiempo. Hemos empezado con una linda gatita. Los niños han elegido el nombre. El ganador, Stjerna, que significa "estrella" en noruego. Para los españoles se pronuncia "estierna". Llegó la semana pasada y ya nos ha robado el corazón con sus monerías y travesuras.


Para recapitular un poco todos estos meses sin escribir, iré haciendo flash-backs. Espero que no resulte muy confuso.

En octubre fui con mis colegas del trabajo a Barcelona y les hice de guía. Reservé una furgoneta con conductor para los 9 del aeropuerto a su hotel y del hotel al aeropuerto. Salió perfecto y solo costó unos 10 euros por persona y trayecto. Yo pernocté en casa de mis padres y ellos en Poblenou, donde según me comentaron también se divirtieron mucho.

Estuvimos en la Sagrada Familia, Parc Guell, Barceloneta, los exteriores del Maremagnum...Dos días y tres noches. Lo pasamos bomba. Les enseñé mis lugares favoritos y los lleve a comer tapas y paella. Y como no...al mercado a comprar jamoncito y otros embutidos. Les encantó el pan con tomate y el fuet. También tuve oportunidad de  estar con la familia y quedada express con las amigas.

La estancia en Barcelona es junto al viaje de empresa a Suecia uno de los mejores recuerdos del 2018. Nos invitaron a todos los empleados a dos días y una noche a un resort y organizaron actividades divertidas, conferencias motivadoras (la oficina se traslada más lejos en dos años y hay lógicamente inquietud) y comida rica.

También en diciembre cumplí los cuarenta. Edad que marca un punto de inflexión que no de seriedad, como demuestra la sopresa de mis colegas de trabajo.  Toda la oficina llena de globos y fotos. Menudas risas nos echamos. Son muy buena gente.

 

No faltó una fiesta en casa con gente especial, y buena comida. Fue bonito recibir abrazos, postales y algunos regalos pensados desde el corazón. Y es que hacía muchos años que no organizaba un festejo de este calibre. Luego hubo fiesta tranquila en familia y fuimos a cortar el abeto de Navidad en nuestro bosque. Mi primera vez. Emocionante.

                             


Y que no se me olvide el calendario de adviento de este año, uno de actividades y libros y el otro, el calendario de agradecimiento. Este segundo es si cabe aún más sencillo que el primero. Solo se necesita una naranja, clavos y cada día se saca uno y se agradece algo a la vida. Pues aunque la vida duele a veces, y mucho, no hay que olvidar las cosas buenas.




También hice un curso de conducción sobre hielo en diciembre, pues ahora cojo el coche cada día desde casa hasta la estación de tren. En esta época del año, el tiempo puede dejar las carreteras con hielo, nieve pastosa etc. Muy útil y lo recomiendo a todos los que no se hayan sacado el carnet de conducir en Noruega. Confieso que aún sigo sudando la gota gorda con la conducción y la climatología adversa, pero espero conseguir vencer el miedo este 2019.

Los 40 vinieron de la mano de una muy buena noticia. Me hicieron fija en la oficina de bienestar social de Levanger. Una mezcla de orgullo y felicidad me invadió. Mi primer trabajo fijo desde que emigré en 2013. Al fin la lucha ha dado sus frutos y además me ha regalado el trabajo de mis sueños entre buenos colegas. No me lo podía creer cuando me lo dijeron.

A los pocos días llegó el dilema. Positivo, pero no deja de ser un reto. Me ofrecieron un trabajo temporal en otra oficina pública mucho más cerca de casa. Fue una decisión dificil. Todo vino de repente cuando aún estaba con la miel en los labios.

Ahora la decisión está tomada. Aprovechando que en Levanger me conceden una excedencia con reserva de puesto de trabajo, me he lanzado. Y este 2019 trabajaré aproximadamente 9 meses en Trondheim. Sigo en la oficina social, pero esta vez llevaré otro tipo de temas más relacionados con ayudas para personas que padecen situaciones extremas. Ya os contaré.

Luego llegó el turno de celebrar las fiestas navideñas en familia. Primera parada Noruega y segunda en Catalunya. Es entonces cuando uno hace balance del año. Punzadas de alegría y dolor y a seguir creciendo como persona. Esto dará para otra entrada que no tardará en llegar.  De momento...

Feliz año nuevo desde Buvika