lunes, 4 de enero de 2021

El gran salto

Si hay una expresión noruega que ha definido el año 2020, esa es "å komme seg over dørstokkmila". La frase podría traducirse como "traspasar el marco de la puerta". Cosa que se ha convertido en un reto en este año pandémico. Es ser capaz de salir y activarse cuando uno se encuentra atrapado en el sofá de casa. Está también relacionado con la palabra "brakkesyke" que significa estar en el interior sumido en un estado de apatía /  muy poca actividad.

 

 

Este 2020 me he regalado un viaje a los sentidos. Me he relajado escuchando el ronroneo de nuestra nueva gatita, Luna. No ha faltado el aprendizaje de los diferentes sonidos que un gallo puede hacer: Cuándo hay un peligro, cuándo hay algo rico para comer, o cuándo riñe a las gallinas que se van a dónde no deben por ejemplo. He sonreído cuando el gallo capturaba petalos de rosa y se los ofrecía a las gallinas. Está hecho todo un galán.

He gozado de la carcajada de los niños, el canto de los pájaros y el zumbido de las abejas recorriendo la pradera. El cielo de los colores más bonitos en Finnmark y en nuestra casa me ha levantado el ánimo. También ha sido emocionante ver una película desde el coche. 

Me he deleitado con riskrem con salsa de grosellas de casa. Con el sabor del cava la noche de fin año y las uvas a -11 en la terraza. Me he chupado los dedos con mejillones al ajillo. El gusto de las lágrimas saladas en los ojos también ha hecho acto de presencia este año. Y no ha faltado el calor en las mejillas mirando una buena hoguera.


Mis músculos se han mostrado al volver a nadar en la piscina, corriendo junto al río en Buvika y cortando leña. También ha habido buenas charlas, aunque algunas hayan tenido que ser a través de la pantalla. Y hasta he aprendido un poquito de sami. 

Me quedo con todos los abrazos que he recibido, pequeños o grandes, apretados o sueltos, digitales o en persona. Los abrazos valen más aún este año si cabe.

El final de 2019 se antojó muy complicado con la pérdida de mi padre. De repente entendí 100% que la vida hay que vivirla, aunque suene a topicazo. A la vez me dieron plaza para una psicóloga pública tras unos meses de espera. Por aquél entonces pensé ¿dónde te has metido alma de cántaro?. Eso de desnudarse emocionalmente ante otra persona no es nada fácil. Pero ahora veo que pedir ayuda es de lo más valiente que he hecho en mi vida. 

No puedo estar más agradecida a mi novio por insistir en conseguir una plaza, y apoyarme en este proceso. Tras un año de terapia ya tengo el alta y ahora toca seguir recorriendo el camino de la vida sin ayuda profesional. Gracias Thea por ayudarme a entenderme, aceptar mis emociones y a ver la vida con otros ojos.

Es en las rutinas diarias donde la vida cobra sentido. Ahora entiendo mi pasión por las novelas sobre cosas cotidianas y mi afición por escribir. Así que seguiré escribiendo sobre las pequeñas cosas de la vida con mayor o menor fortuna, pero con unas intensas ganas de vivir. 

Siento que este 2020 he dado un gran salto, y presiento que seguiré saltando. Como las ranas. De charca en charca. Porque la curiosidad y las ganas de aprender siempre me acompañan.

Adiós 2020. Bienvenido 2021.