Un poco apurada pero al fin llegó la segunda semana de las vacaciones de verano. Estas vacaciones se presentaron sin planes previos, pero con un objetivo claro: Ponernos los cuatro como prioridad. Consejo de mi psicóloga, que le agradezco desde ya.
Empezamos a cuidarnos como pareja el fin de semana pasado (podéis leer más detalles en la anterior entrada, pinchando aquí). Y el lunes recogimos a los niños en casa de su padre. Con muchas ganas de disfrutar todos juntos.
La verdad es que el sol nos ha acompañado esta semana. Nos hemos puesto en modo pintor y a darle color al gallinero. Los niños han recibido un pequeño sueldo por su sommerjobb, o trabajo de verano.
El mayor tenía visita al dentista durante el período estival. El dentista que tiene asignado está en una zona rural muy bonita. Así que nos decidimos por hacer un picnic casero junto a la iglesia de Byneset. Hay unas vistas preciosas allí.
Otro día me cogió el antojo de ir a Tautra. Es una isla que está a hora y media de casa. De interés ornitológico y visual. Para acceder a la isla se abre una puerta metálica que le da un aire aún más místico al lugar. Y es que hace unos años se colaron algunos zorros allí y muchas especies de pájaros desaparecieron.
Por el camino nos paramos en el monumento Frostating, un tribunal histórico de gran importancia en Noruega. También disfrutamos de las vistas de la zona de Frosta. Allí se cultivan muchas de las verduras que se consumen en Noruega. Era un gozo ver los campos llenos de coles y otras hortalizas. Y no faltó una pausa con un bocado y cacao caliente en Steinvikholmen.
Steinvikholmen es una joya de belleza poética. Con una ubicación privilegiada cuenta con un hermoso castillo. Todo apunta a que este castillo fue diseñado por el mismo Leonardo da Vinci según nos contó la guía.
A la vuelta pasamos por un restaurante de carretera muy original que nos recomendó una buena amiga: Vuddu Valley. Más estadounidense imposible. Con deliciosas hamburguesas, pancakes, milshakes. Además de una ambientación y decoración retro que deja a una boquiabierta. El lugar también cuenta con una tienda donde fabrican velas, y un museo gratuito de lo más pintoresco. Éxito total.
Otro día los chicos decidieron quedarse por la mañana en casa, y Asbjorn y yo nos fuimos de excursión a Trondheim. Nos tomamos un helado en Gola. Lugar muy conocido pero al que nunca habíamos tenido ocasión de ir. La tendera, latina y muy simpática, nos obsequió con una buena charla. Qué rico es poder hablar español en un comercio. Me trae buenos recuerdos de las tiendas del barrio de Sants de Barcelona.
También nos dio tiempo de visitar el Rockheim (museo de rock noruego). Pequeñito y demasiado digital para mi gusto. Pero me quedé con algunos cantantes interesantes. Y como la música me encanta, no fue en vano la visita. Luego nos fuimos a comer una pizza a Grano, que es uno de mis favoritos tanto por precio como por calidad y amabilidad en la ciudad. Además venden pan casero y embutidos italianos (por si a alguien le puede interesar)
Al llegar a casa el pequeño estaba un bastante compungido. Nos había preparado un pastel sorpresa de chocolate y café, pero no quedó como él esperaba. Lo probó y le pareció que no estaba suficientemente bueno. Total que lo tiró. Al final recuperamos algunos trozos y estaba bueno. Averiguamos que el gusto del café es lo que le hizo creer que algo no había salido bien. Él nunca ha probado el café y le pareció sumamente raro. La verdad es que nos sentimos muy orgullosos de él y se lo hicimos saber. Y acto seguido le propusimos hacer juntos un pastel de arándanos para levantar la moral. Funcionó de perlas y al cabo de poco rato estaba feliz como una perdiz.
Para acabar la semana no podía faltar naturaleza. Así que cogimos la tienda de campaña y condujimos hasta un camino que llevaba a un lago. Todo bastante cerca de casa. Sol, nubes de muchas formas, cielo rosado, brisa...Mosquitos también, para qué nos vamos a engañar. Pero he encontrado una solución que os contaré en otra entrada.
Cenamos carne de reno con pita. Cocinada con el Primus o minicocinita de gasolina sueca que tiene a los críos fascinados. De postre arándanos recién cogidos junto al lago. Con vainilla.
El pequeño se llevó su cuchillo de explorador. Estuvo afilando troncos y haciendo diferentes figuritas. El mayor acalorado se remojó con gran entusiasmo.
También hubo tiempo para pescar, aunque no hubo pez que picara esta vez.
Dormimos como troncos. No hay mejor plan que estar afuera. Todo el estrés desaparece, los músculos se relajan y una le saca todo el partido a los cinco sentidos. Así es como yo defino la libertad.
Luego ya ayer por la tarde y hoy cada uno a su ritmo. Peleíllas entre hermanos, morriña postvacacional, maratón de fotos, película, cocinar, leer... Un poco de aire y cero planificación es bien bueno. Y mañana ya vuelta al colegio y al curro.
Hasta la próxima