domingo, 12 de junio de 2022

Saliendo del faro

Este mayo y lo que llevamos de junio ha sido de locos. El 17 de mayo o día nacional noruego (soleado y precioso), algunas celebraciones, volver al 80 por ciento al trabajo, y tareas diversas en la granja. Eso sí: Llevo unos meses saliendo del faro o mi zona de confort y me siento orgullosa.

Con la llegada del buen tiempo en mayo las ovejas estaban bien acaloradas. 

Nos decidimos por esquilarlas al modo tradicional, es decir, con tijeras. Tardamos entre cuarenta cinco minutos y una hora y media por oveja. Se podría decir que estuvimos entretenidos ese fin de semana.

Tras una clase de una horita de la prima de Asbjørn, nos lanzamos con las nuestras. Obviamente su primera experiencia peluquera no les hizo demasiado gracia. A ratitos las mimábamos para que estuviesen tranquilas. Ponían su cabeza junto a mi corazón y yo me derretía. Tener contacto con animales es un sueño hecho realidad, aunque incluya sus dosis de sufrir por ellos. 

Tenía miedo de hacer algún fallo con la tijera, lo reconozco. Su sonido me produce cierto pánico al acercarse al cuero cabelludo. Cuando mi madre era mi peluquera se la liaba parda a la pobre. Tras un poco de práctica, empecé con mis primeros pinitos como peluquera ovina.

Adrià también participó activamente del proceso. Tiene mucha mano y quiere a las ovejas con locura.


Tenemos la idea de producir nuestra propia lana de forma artesana. Os iré contando cuando llegue el momento. Lo bueno de cortar con tijera es que no se quedan tan peladas y no pasan frío afuera. Mirad qué guapas están...

Por otro lado, sigo muy activa físicamente. Me he aficionado a correr, spinningstep como nuevos actividades. El primer día de step iba cazando moscas, pero, tras cuatro o cinco veces asistiendo a las clases,  ya levanto las piernas y salto con más estilo.

Mi primera carrera  con mis coletitas a lo Pippi en Trondheim, 5km. Los niños y Asbjørn vinieron a animarme. Todo un detalle.

Todo esto lo combino con zumba, natación y algunas excursiones cortas que me ayudan a centrarme en el momento presente.

                                                     Cena sencilla en el bosque de Buvika tras el trabajo.
 

                                                    Ya han llegado las flores a Noruega. Cerca de Melhus.

Me siento más poderosa, a lo Sia. Pongo límites mejor, aunque me cueste y sea incómodo. Sigo dando mucho y vigilando desde mi faro. A veces tantas luces me deslumbran y tengo días raros donde todo me abruma.   El saber relajarme y no  atender a todas las luces que llegan es algo que debo seguir practicando. Pero noto que sé obsequiarme con más amor y  darme prioridad. Y lo mejor, compartir mis intereses y necesidades con la gente a la que quiero. 

 Aquí de fika  en Gotemburgo en una escapada en mayo. Con una parada hermosa en Elverum (gracias Berit y Lars)

La terapeuta municipal me ha ayudado una barbaridad desde que tuve el burnout el pasado diciembre. Me ha enseñado varias técnicas y ejercicios prácticos, que han complementado las teorías que me explicó la psicóloga en su día. Poco a poco, sigo trazando mi camino. La práctica hace al maestro que dicen.

Hasta la próxima.