Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Pablo Neruda
Imagen de Flickr Eduardo Dios
Con el tiempo, aprendí que el silencio puede ser una de las mejores cosas del mundo. Sinónimo de la complicidad con otra persona, del estar a gusto con uno mismo, de tener un instante de introspección. Disfrutar del momento.
En Noruega, algo que puede definir a sus habitantes es la necesidad espacio propio, tanto físico como personal. No están siempre en silencio claro está, y obviamente les gusta hacer vida social (bares, conciertos, shopping, o deportes colectivos por ejemplo). Pero una parte de su vida se rige por el estar con uno mismo. Evitan las aglomeraciones por lo general. Adoran los espacios abiertos. Ir a la cabin, o caminar por la montaña. Una de las últimas cosas que me he averiguado es que, entre las aficiones habituales de la población, está la pesca y la caza.
Cuando dejo a los niños en la barnehage, a veces cojo el bus hasta la biblioteca. Siento el traqueteo de las ruedas, y me limito a observar el paisaje. El río, la catedral, o simplemente cómo se hace de día. También me parecen curiosas las luces que se divisan en las ventanas de las casas, los niños que se desperezan, un padre preparando el desayuno en la cocina... O alguien que se pone bien el gorro y los guantes, y emprende su camino en la bicicleta. Son imágenes sin sonido, pero todas ellas llenas de vida.
Otras veces voy caminando, y me gusta sentir el viento que golpea mis mejillas, y el calor que me da el gorro en las orejas, y los guantes en las manos. El poder pisar los charcos con las botas. El pequeño chasquido de los clavos cuando entran en contacto con el hielo. A veces bajo a la orilla del río, y escucho el agua correr. Por un momento me siento como si fuera Aire igual que la canción de Mecano, o que estoy Entre dos tierras como cantaban hace unos años Héroes del Silencio. Cuando el agua va rápida se apodera de mi un sentimiento de comerme el mundo tremendo. Pero si discurre lenta, me adentro en un mar de sensaciones, que incluye ciertas dosis de melancolía.
Hoy me he despertado poética. Será que esto de cumplir años afecta seriamente a la salud (ejem)
¡Hasta la próxima!
Lidia!!! Per molts anys, guapa!!!
ResponderEliminarMoltes gràcies Yolanda! Un any més velleta, però amb moltes ganes de fer coses :)
EliminarPrecioso, qué paz transmites al leerte. Me has recordado muchas sensaciones q en.mi estres actual no se ni donde encontrar. ha encantado. Gracias
ResponderEliminarGracias Margaret. Después de unos días un poco nerviosa, creo que he encontrado mi paz interior, al menos durante algunas semanas. Te dejo la web de "Be one Coaching". Creo que te puede ayudar con el tema del estrés. Un abrazo. http://bit.ly/1ePq3jB
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