domingo, 1 de noviembre de 2015

Lluvia y metal

El olor después de la primera lluvia es delicioso. Pero lo que desconocía es que hay un nombre propio de mujer, procedente de Turquía, que se refiere a este aroma: Burcu. Una de las asistentes al club de mujeres del pasado viernes se llama así.  La conozco de otros eventos en la ciudad, pero me pareció muy bonito cuando nos dijo lo que significa su nombre. Y me inspiró para escribir esta entrada.

Este otoño ha llovido bastante en Trondheim. El olor a mojado ha estado muy presente en las últimas semanas. Recuerdo que cuando trabajaba en el instituto con los adolescentes había de vigilar el patio un rato los viernes. Siempre caían unos chaparrones de aúpa. Yo prefiero al frío a la lluvia, pero la verdad es que con un chubasquero y pantalones impermeables me apañé sin problemas.

Hace cuatro o cinco días empezó a helar. Volví a rescatar los clavos para no matarme. Las hojas de los árboles yacían en el suelo llenas de escarcha, y en los ratos de luz el sol lucía mucho más que en septiembre. Pero desde ayer vuelve a llover y la temperatura media es de ocho grados. Así que parece que el frío se va a retrasar un poco. 

Esta semana he ido un poco a ralentí. El fin de semana pasado estuve entre Zwolle y Amsterdam. Reunión de hermanas.


Hacía muuuuchos años que no viajaba por ahí sola sin los chicos. Tengo que confesar que me lo pasé de miedo. Fueron 72 horas muy intensas y llenas de momentos especiales.


Al volver a Trondheim estaba agotada y con esa morriña de cuándo vuelves de un buen viaje. Pero nada que una caja de bombones del duty free del aeropuerto no pueda endulzar. Mientras la mayoría de noruegos cargaban sus cestas con bastante alcohol, yo me compré una caja grande de Anthon Berg. Y otra más discreta de Lindt. Mmmm. Había un chico en la sección de chocolate. Se le notaba indeciso. Y es que a los que nos gusta mucho el chocolate, nos suele resultar difícil elegir entre tanta cosa buena.

Confieso que estuve tentada de coger una botella de whisky del bueno, pero tenía su precio. Otra vez será. Tendré que esperar un par de meses a beber mi whisky sour en el Lunatic de Barcelona. 

El jueves empecé con una nueva alumna en Spansk med Lidia, pero a través de Skype. Es noruega y vive en España. Es divertido enseñar on-line también y me reinvento como profesora.

El nuevo curso de noruego presencial es intenso y ando con la cabeza un poco cansada, porque lo combino con el curso on-line. Pero ahora es un tema más prioritario que nunca. Es necesario dominar el idioma completamente si quiero poder optar a un trabajo estable en la ciudad.

Con la maestra del curso on-line ahora estoy aprendiendo palabras y expresiones del dialecto. Con la profesora presencial trabajamos mucho la parte de expresión oral (presentación de ideas, temas y opiniones) y la gramática noruega. También hago un examen al final de cada lección. Debo reconocer que las últimas semanas estoy notando cambios a mejor. Me expreso de una forma más natural y eso me anima mucho.

Mi nueva maestra es muy cañera y divertida. Además, me enseña muchas cosas de cultura noruega típicas y también otros temas que son más tabú en la sociedad noruega.

El otro día estuvimos hablando largo y tendido sobre la música metal. Me explicó que es muy popular en Noruega y que tiene toda una filosofía de vida. No todos los grupos de metal noruego viven de su música. Por ejemplo hay algun cantante noruego que compagina el metal con su trabajo en un jardín de infancia. Curioso.

Lo cierto es que aunque ahora escucho menos metal, me trajo muy buenos recuerdos universitarios.  Os dejo con Dimmu Borgir.


Pronto os cuento sobre la Castañada y el Halloween en Trondheim. Ha det bra!


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