jueves, 20 de febrero de 2025

Sinergia

La gata mayor gruñe varias veces mientras mira por la ventana, la pequeña se hincha por momentos y parece un pompón. Uy, algo pasa afuera. Dejo mi té calentito, mis apuntes de jardinería y salgo pitando por la puerta. No veo nada. 

 
 Stjerna, a la derecha, es la guardiana de la granja. Y Luna, a su izquierda, le hace las veces de ayudante

Sigo caminando, hasta que de repente observo un montón de plumas marrones junto a la puerta del gallinero. Miro dentro y hay cuatro gallinas. Cierro la puerta. Voy corriendo al corral y allí están las ovejas. Junto a ellas hay cuatro gallinas más que  se esconden tras ellas. El gallo cacarea fuerte. Ay, ay... no me salen las cuentas. Faltan cuatro gallinas. Y todas esas plumas...

A las gallinas les encanta visitar a las ovejas y a nosotros que sean libres unas horas al día (son unas auténticas exploradoras) , pero hemos tenido que pausarlo hasta que encontremos una buena solución.

Dos más dos son cuatro. Está claro que tenemos un huésped no deseado cerca. Cierro la puerta del corral y empiezo a husmear.  Tras el cajón del tractor, con un pelaje tan hermoso como desafiante su mirada, está el zorro. Con dos gallinas en su boca.  Intento asustarlo con la pala. Apenas se mueve unos centímetros. Corro tras él y entonces empieza huir hacia el bosque y desaparece.

Me dirijo a toda prisa al corral y cojo a las gallinas de una en una para  llevarlas al gallinero. Están visiblemente asustadas y algunas salen volando por la ventana. Estrés máximo cuando veo que el zorro empieza a bajar por la colina de nuevo.  Y más aún cuando me percato que las dos gatas se han subido a la copa de un sauce. El zorro observa con enorme interés y tranquilidad la situación. Me entra el miedo. Sabe que tiene más festín del que creía. 

Hago mucho ruido y corro. No sé cómo lo consigo pero se larga. Entro a toda prisa a las gallinas en el gallinero y no consigue llevarse ninguna más. Las gatas bajan del árbol al cabo de una hora. El cuerpo me tiembla y la adrenalina es tan abundante como el sudor que recorre mi cuerpo.

La naturaleza es tan bonita y brutal como la vida misma.  Y qué peculiar y preciosa es la sinergia entre los diferentes animales, las gatas, las gallinas, el gallo, las ovejas y yo misma. Sonrío y se me escapan las lágrimas a la vez. Quién dijo que la vida de granja fuese fácil.

Hasta la próxima


2 comentarios:

  1. ¡Hola Lidia! Con tu permiso me atrevo a entrar en ésta, tu casa. Hace ya varios años que comencé a leer tu blog; en aquel momento rondaba nuestra cabeza una mudanza a tierras noruegas. Me encantaba seguir vuestra llegada allí, la adaptación y todo lo demás. Con el tiempo, por circunstancias dejé de leerlo y hoy he vuelto a recordarlo y me ha hecho una gran ilusión encontrar post frescos. Entonces, ¿seguís por allí? Muchas gracias de antemano

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    1. Mil gracias Maria y me alegra leer que te gusta mi blog. Pronto hará ya doce años que aterricé con los niños. Mucho ha sucedido desde aquel mayo de 2013 pero seguimos por aquí, sí. Un abrazo.

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