viernes, 24 de enero de 2020

Carta a mi padre

Viernes 29 de noviembre de 2019. Estás sentada en tu silla de la oficina. Las teclas van  sonando acompasadas. Bastante satisfecha con la decisión que acabas de escribir piensas, pero como siempre la relees varias veces. No tienes remedio y sonríes hacia dentro. Todo va bien te dices a tí misma. Tan solo son las diez y media. Parece que el día de momento no presenta casos de esos que has de reaccionar a la velocidad del relámpago.

La luz del teléfono empieza a parpadear. Al principio lo confundes con algún usuario que llama, pero ves que el teléfono del trabajo está oscuro. Agarras a toda velocidad tu móvil particular.  No quieres creerlo cuando ves el prefijo español delante. Te acuerdas cogida a su pierna de niña, y sabes que tu héroe de carne y hueso se desvanece. 


Te metes como puedes en una sala discreta de la oficina y descuelgas. Es tu hermana pequeña que te pide que vengas. Que no va bien, que habla un poco, pero que pronto ya no lo hará. Qué bueno sería tener a mano un bastón donde sujetarme, porque el equilibrio empieza a fallarme. Salgo afuera y pido un abrazo a mis colegas. Me lo dan. Por un momento me siento fuerte. Recojo a toda prisa mis cosas. Llego a casa.

Cogemos vuelos. Al aeropuerto. Las azafatas creen que tengo miedo de volar porque estrujo la mano de Asbjørn  durante todo el viaje. Los niños me abrazan muchas veces. Once de la noche. Taxi al hospital. Quieres parar el tiempo, pero no puedes. Lo inevitable sucede unas horas después rodeado de la mejor intimidad que una familia puede regalar.

Eres elegida junto a tu hermana Carla para tarea tan importante como es hablar sobre tu padre el día de su funeral. En el velatorio te reúnes con toda la familia. Con lágrimas en los ojos, risas llenas de cariño y muchos abrazos, cada uno de nosotros piensa que queremos compartir con el público presente en la sala. Y como no con nuestro querido padre, Pablo. Pol para muchos.  Difícil reproducir un parlamento en el blog, pero lo vas a intentar. Empiezas por el principio. Y te decides por cambiar los tiempos verbales y la orientación del texto.

Como dice mi hermana Berta a día de hoy no sé por qué te llamamos Pol y no papá.  Nos enseñaste a ir en bicicleta en tu adorada Villafranca del Cid. Nos traías sugus cuando ibas de viaje. Y tenías un máster de ducha infantil. Secando a tirones nuestro pelo largo y chamuscándonos las orejas. Las cuatro en fila india, Lidia, Berta, María y Carla. 

Hasta que llegó Pablo, el pequeño de la casa. Siempre fuiste a todos sus partidos de fútbol. Eras su aficionado número 1. Un día incluso hiciste de entrenador con el consiguiente enfado de mi hermano. Al final el resultado fue 8-0 favorable. 

Quizás te equivocaste con la abogacía e ibas para entrenador. ¿Quién sabe? Pero vaya, sabemos que eras muy feliz  en tu trabajo rodeado de buenos compañeros y casos emocionantes. Recuerdo cuando viniste a uno de mis primeros juicios. Los dos nos veíamos tan lindos con la toga.

Responsable,humano y un gran profesional. Siempre eras puntual. Tanto que un día que acompañó al aeropuerto a mi hermana María, estaba tan nervioso por llegar a la hora...que se fue con el tren de antes con la maleta de María sin María. La mamá no se lo podía creer.

Tus nietos te adoraban. Pol dice que eres el mejor y siempre te querremos, Gonzalo que fuiste muy buena persona y, sin duda, el mejor abuelo del mundo. LLuc que siempre estarás en nuestro corazón. Arnau y Adrià más escuetos pero llenos de amor te dicen "Te queremos mucho, avi". Sander y Silke te van a echar mucho de menos. ¿Quién les leerá el cómic de Batman o el cuento del pastel de los Pitufos?. Simon y Roger se quedan con el amor de un abuelo experimentado. 

Papi, la mamá y tú nos habéis enseñado cómo se puede amar de una forma incondicional y habéis formado una familia que es una piña. Y que tiene el grupo de WhatsApp más largo de la historia. 

De ti aprendimos todos y cada uno de nosotros, Lidia, Berta, María, Carla y Pablo a ser constantes y honestos. A no rendirnos nunca. De ti sólo se podía aprender una cosa: A ser buena persona. 

Para mi padre, las cosas superfluas no eran importantes. Y por ello su ceremonia de despedida fue sencilla y austera. Durante los dos últimos años hizo frente al cáncer con todas sus fuerzas. Por expreso deseo de nuestro padre, colaboramos con entidades que trabajan con nuevos tratamientos del cáncer, cómo mejorar la calidad de vida de los enfermos y sus familias. Algunos ejemplos son la Oncolliga o Fundació Kalida de Sant Pau.  Mi padre también colaboraba con la Fundació Pere Mitjans. En uno de sus centros vive su hermana Carmen, que es, una de las personas que más quiere en el mundo. Animamos a quién lo desee a hacer lo mismo.

                                Pol y The Beatles. Inseparables.

Papi, te has ido demasiado pronto. Uno de tus mejores amigos nos dijo que llegaste sin hacer ruido, y te fuiste sin hacer ruido también. Así es.

La mami siempre dice que la gente está mientras la recuerdes y la lleves en el corazón. Recuerdo que me dijiste que ibas a comprar un jersey para venir a visitarnos a Noruega y no tener frío. Recuerdo que te habías estudiado cómo llegar a nuestra casa a través de Google. 

A veces cuando bajo al bosque que rodea nuestra casa, te imagino allí con un jersey de reno y hablando con diminutivos, como solías hacer. Y sonrío y a la vez se me escapan algunas lágrimas o lagrimillas que dirías tú.

Muchos abrazos y besos de todos nosotros, tus hijos, tu mujer, tus yernos y tu nuera favorita, así como de toda la gente que te quiere, Pol.

Te envíamos unos dulces que sabemos que te habrían gustado.


Y la canción que más escuchabas últimamente...


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