lunes, 25 de noviembre de 2013

Nieve

El domingo los niños se levantaron emocionados. Estaba todo nevado, y siguió nevando con intensidad durante el día. Se veía a los vecinos con las palas retirando la nieve para  poder sacar el coche. Y también había quién tenía máquinas más sofisticadas, que se tragaban la nieve, y la esparcían hacia los lados.

Desayunamos tortitas. Toda una tradición de los fines de semana desde que estamos aquí. Las rellenamos con mermelada o azúcar, y disfrutamos los cuatro como enanos. Nos las íbamos zampando, mientras veíamos caer la nieve. Bucólico total.

Luego nos equipamos, y salimos a hacer un muñeco de nieve. Pau les enseñó a los pequeños a hacer las bolas. Y ellos orgullosos iban colaborando.


Cuando acabaron el cuerpo, buscamos piedras, y las fieras hicieron la boca y los ojos con ellas. Una piña sirvió de nariz. Le pusimos mi bufanda y mi gorro. Y unas ramas para los brazos. y...Voilà!



Más tarde paseamos por el barrio y no faltó guerra de bolas de nieve. Curiosamente, algunos sitios costaban de reconocer. Y eso que pasamos cada día. Después de observar Trondheim de color verde algunos meses, finalmente se ha teñido de blanco. Cambia la percepción de todo totalmente.

Por la tarde, estuvimos calentitos en casa mirando Indiana Jones. A Arnau le encantó. A él todo lo que sea buscar tesoros y acción le fascina. Los chicos tuvieron algún rato más peleón (no somos La Casa de la Pradera jeje) Pero hemos pasado un fin de semana tranquilo. De esos en que te das cuenta que las cosas pequeñas de la vida son las mejores. Y canciones como Thank you de Led Zeppelin suenan en mi cabeza.

¡Hasta la próxima!







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