domingo, 11 de febrero de 2024

Con las manos en la panza

Las manos se me hielan con mucha facilidad últimamente cuando vamos de excursión. Aparte de usar unos guantes buenos, he descubierto un remedio casero - cortesía de Asbjørn - cuando las temperaturas son bajas. Pongo las manos en mi panza y voilà. Toda la barriga se me eriza y siento un cosquilleo en las manos, que cobran vida al cabo de un minuto.

                                              Ni el pelo se salva de la helada

Estos pequeños trayectos me dan la vida. Son unos 4km desde casa con las raquetas de nieve. Subidas y bajadas. Bosques y ciénagas cubiertas de blanco.

 

Incluso el cielo nos obsequió un día con nubes polares o nubes madreperla (qué nombre tan bonito)

Casi siempre encendemos una hoguera. Allí cocinamos ostesmørbrød (el equivalente del bikini en los bares de Barcelona) y nos calentamos té o chocolate calentito.


Durante el camino no faltan algunos amigos.

                                   Uno de los caballos islandeses de nuestra vecina
 

Cada vez es diferente. El tipo de nieve, la temperatura o el viento crean experiencias distintas. Cuando hace más frío llevamos las pieles y nos sentamos encima de ellas. Es muy koselig.

                          Adrià llevando el pulk, un medio útil para transportar cosas más pesadas

Alguna vez hemos bajado a Trondheim. ¿Quién se puede resistir a las delicias de la cabaña de Grønlia al final del camino?

En estas excursiones me entretengo escuchando el sonido de la leña (cómo cruje, chisporrotea o se va moviendo) Observo el tamaño de la llama. Siento el calor de las brasas en mis mejillas. 

 

Parece que el mindfulness está formando parte de mi vida. Confieso que estoy profundizando en el tema y traigo buenas noticias: He conseguido plaza en una asignatura sobre conciencia plena en una universidad noruega. Ocho días repartidos entre enero y mayo. Puedo compaginarlo con el trabajo y estoy más feliz que un anís que decimos en mi tierra de origen.

 

El 50% es presencial en Oslo y el otro 50% digital desde casa. Estuve dos días en la capital con otros once estudiantes y dos profesores hace un mes. Teoría, práctica y buenas conversaciones con otra gente con la que una siente que encaja. Además me pude tomar una cerveza con mi amiga Sucheta.

El cerebro en modus de estudiante se me ha activado de nuevo. Curioso y divertido. Mucho aprendizaje y, pese al cansancio que sigo arrastrando, me siento feliz con este viaje interior.

Hasta la próxima y feliz Día de la madre en Noruega.

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