martes, 21 de abril de 2015

Adolescentes y respeto

Ayer una noticia sacudió el ámbito educativo español de manera brutal. Murió un profesor en  un instituto de Barcelona debido al ataque de un alumno con una arma blanca, además de quedar varios heridos. Esto ha generado un debate en el país donde el bando principal se centran en la personalidad del niño sin ir más allá. Amarillismo puro, sacando todos los supuestos trapos sucios del atacante en cuestión.

Otros con una visión certera debaten sobre la situación que rodea al niño. Y ahí es donde me gustaría entrar. Los niños no dejan de ser reflejo de lo que viven y lo que ven. Y la educación  viene de casa, o al menos así debería ser. A la escuela los niños van a aprender y a socializar. Si bien esa es la función de la escuela, lo cierto es que como maestra una acaba teniendo que enseñar qué es el respeto a algunos alumnos.


Cuando leo este tipo de noticias no puedo evitar pensar qué debe estar pasando en casa de este niño para que algo así suceda.  Lo mismo me pasa ahora que llevo unos meses trabajando con adolescentes.

Hay alumnos que siguen la clase, preguntan, muestran interés y se entusiasman con la asignatura de español. Pero también los hay que faltan a clase con frecuencia, se estiran en la mesa y se ponen a dormir, gritan, o los que me dicen que no quieren hacer nada.

Más allá de culpar al alumno, está ver qué pasa ahí detrás para que se produzcan ciertos comportamientos. La edad entre 12 y 15 años por todos es sabido que no es una edad fácil, porque es cuando uno se cuestiona y se plantea muchos temas. Pero no es sólo una cuestión de edad.

En mi  caso, las clases que tengo actualmente de adolescentes no son problemáticas en su conjunto, pero sí hay alumnos que generan cierta conflictividad en el aula. También extraigo de determinadas actitudes poco ortodoxas que observo en la clase, que debe haber un problema en casa. Dos más dos son cuatro.

Cabe decir que en Noruega, si el profesor tiene algún problerma en el aula, debe hablar con el profesor de contacto del grupo y se activan toda una serie de mecanismos. En el sentido anterior, el centro donde trabajo actualmente puedo decir que es una buena escuela. En cuanto hay un problema, hay un engranaje que funciona y se apoya a los maestros. Además, he tenido mucha suerte con mis colegas. Son muy amables y todas compartimos y aportamos materiales y experiencias. No puedo decir lo mismo de todas las escuelas en las que he estado como sustituta. Hay escuelas y escuelas, como en todas partes.

Cuando un adolescente se comporta mal aparecen las siguientes cuestiones: ¿es culpa de la escuela? ¿el maestro no motiva suficiente al alumno?  ¿ es un niño  "malo"? Poca gente se para a pensar que el verdadero foco del problema está en casa. Hay que tomar conciencia que la educación de nuestros hijos es en casa. La escuela es un complemento a todo ello. Un complemento importante con el que debe haber un diálogo fluido y honesto, más un respeto por la figura del maestro. Igual que yo cuando trabajo como maestra respeto a todos y cada uno de mis alumnos.


El respeto a la figura del maestro es actualmente uno de los temas más debatidos a nivel educativo en Noruega. Se observan ciertas actitudes que antes no se daban cuando los jóvenes entraban en la adolescencia y el maestro siempre lleva todas las de perder.  Obviamente cuando un niño te la lía en clase, no es nada fácil. Una ha de controlar sus instintos inmediatos y sacar  a relucir la comprensión y el diálogo. Pero esto es algo que da para otra entrada.

Y no hay padres perfectos ni niños perfectos, pero cuando en casa se educa dentro del respeto y el diálogo, fuera la vida funciona mejor y los problemas que surjan, se pueden canalizar.

¡Hasta la próxima!







2 comentarios:

  1. Qué triste tener que hablar de la educación después de que haya pasado algo así. Es horrible...
    Aquí en Bergen no he trabajado todavía con adolescentes (ya me gustaría, jejeje...), pero en España sí tengo mucha experiencia como docente, y ¡cuánta razón tienes!! Normalmente los chicos reflejan lo que tienen alrededor. Los niños más pequeños son como esponjas, por todo lo que absorben, pero los adolescentes se parecen más a un espejo: toda acción conlleva una reacción por su parte. Desde luego hay mucho que investigar y mucho que rascar en este caso. Y mucho que preguntarse. ¿Dónde están los psicólogos de ese centro? Antes había un psicólogo por centro, ahora no sé. Lo que sí creo es que estas cosas no ocurren de un día para otro, y aunque todos tengamos un punto de locura dentro, no nos levantamos por la mañana llevando una ballesta a clase y un machete.
    Es hora de muchas cosas, espero que no se quede todo en fotos y palabras, y reflexionemos de verdad en la educación que queremos que nuestros hijos tengan, tanto en casa como en los centros educativos.
    Besos y abrazos desde Bergen.

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    1. No sabía que eras profesora en España jejej. Ya me darás consejos. La verdad es que yo creo que lo más importante es que se fomente el respeto desde casa, y que cuando hay problemas tanto la escuela como la familia estén completamente comunicados e informados.

      Pero lo que no se puede pretender es que los maestros tengan que suplir lo que compete a las familias. Recuerdo una amiga que es maestra que en el parvulario me contaba que había padres que le pedían que enseñara a ir a sus hijos al WC solitos, porque ellos no sabían cómo hacerlo. O por ejemplo oír a padres que dicen que que sus hijos no lean bien es culpa del maestro. No hay padres ni hijos ni maestros perfectos, pero creo que si la sociedad tuviera claro cuál es el papel de cada uno, podríamos construir algo muy bueno.

      Besos y abrazos desde Trondheim y gracias por tu valiosa aportación.

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